- …Eso no es dirigir, eso no es gestionar. Eso es que otro haga su trabajo. Todas las mañanas me encuentro más de diez correos suyos ordenándome tareas que no son de mi competencia, sino de la suya. ¿Le da derecho actuar así por ser el jefe? Por lo visto sí, todos miran hacia otro lado. Ahora que estamos solos y nadie nos oye, te lo cuento para que lo sepas. Tengo que despachar lo mío y lo suyo. Si lo hago bien, el cielo es para él, pero si lo hago mal, los perros son para mí. Si somos los mejores en el mercado, no es por él ni mucho menos, es por la implicación y profesionalidad de muchos que, como yo, cada día echan a sus espaldas las consecuencias de su ineptitud y desidia que solo hace que…
- Papá, tengo sueño.
- Es verdad, es muy tarde. A dormir. Mañana seguimos con el cuento.
6 oct 2018
28 nov 2013
Instante cíclico
El hombre que saltó desde la azotea en el edificio más alto de la ciudad, animado
por la convicción de que un halcón habitaba en su alma, comenzó a dudar de su
revelación a la altura de la planta treinta y dos. En la planta
veinticinco, con la intención de desdramatizar la complicada situación, su
cerebro había decidido evadirse del problema centrando toda su atención en procesar
la imagen fugaz que mostraba la ventana que, en ese instante de tiempo, pasaba
velozmente ante sus ojos.
Era la ventana de una
pequeña habitación dónde un perro estaba sentado sobre una alfombra mirando
atentamente un televisor. Quizás el dueño estaba cerca pero no salió en la
foto. El perro posiblemente miraba la pantalla con el mismo interés que
mostraría al ver pasar una estrella fugaz, pero en esa imagen sus ojos parecían
tan embobados como los de cualquier
humano en una escena similar.
En el televisor se emitía
un programa infantil, un concurso de niños. El presentador, disimulando cierta
impaciencia, esperaba la respuesta de un niño en el plató. El niño no estaba
cómodo rodeado de focos y, para suavizar su ansiedad cada vez más patente, buscaba con
la mirada a su madre entre el público.
La madre, desoyendo una
de las normas fundamentales del programa y presa de un afán de protagonismo,
estaba manteniendo una conversación por el móvil. Pretendía ocultar su delito
utilizando el cabello y las manos pero eso la delataba más. Conversaba con su
hermana para comentarle la emoción que sentía al estar con su hijo en un
programa televisivo en directo.
La hermana caminaba por la calle hacia
su casa, tan pendiente de la conversación como de la batería baja de su móvil. Comentaba
a su hermana que se lamentaba de no tener un televisor cerca para poder verles.
Un par de gotas cayeron en su frente. Miró hacia el cielo, unas nubes oscuras
se movían sobre ella. Antes de bajar la mirada, percibió movimiento y después
de enfocar la vista, observó asombrada cómo algo caía velozmente por la fachada de
un enorme edificio. Algo que parecía ser una persona agitando los brazos como
si fueran alas, de forma tan cómica como desesperada.
24 nov 2013
Tal día como hoy
El padre tiraba la última bolsa al contenedor y el hijo las últimas
botellas vacías en el de vidrio. Había crecido mucho ese chico desde la última
vez que le vio, hace tres años. Tal día como hoy, todos los treinta de octubre,
le llevaba algún juguete aunque el cumpleaños fuera de su padre.
Hoy, como años atrás, se han juntado todos en su casa. Han disfrutado de una buena comida, han brindado por el cumpleaños y su amistad, han recordado anécdotas y batallitas algo exageradas, y a ese amigo ilocalizable que todos creen en algún lugar del mundo amasando fortuna y echan de menos en estas reuniones.
Esperó a que entraran en casa para buscar tranquilamente entre los restos de la fiesta. Agazapado entre la sombra y la vergüenza, añoraba aquellos días cuando el asfalto era sólo asfalto, y no un hogar.
Hoy, como años atrás, se han juntado todos en su casa. Han disfrutado de una buena comida, han brindado por el cumpleaños y su amistad, han recordado anécdotas y batallitas algo exageradas, y a ese amigo ilocalizable que todos creen en algún lugar del mundo amasando fortuna y echan de menos en estas reuniones.
Esperó a que entraran en casa para buscar tranquilamente entre los restos de la fiesta. Agazapado entre la sombra y la vergüenza, añoraba aquellos días cuando el asfalto era sólo asfalto, y no un hogar.
12 nov 2013
Junta directiva
Un sonoro y contundente eructo salió de mi boca, cruzó la alargada mesa y
retumbó en la pared frontal de la sala. A los ochenta años puedes permitirte
esas licencias y con más razón cuando eres el dueño y presidente de una
prestigiosa multinacional. Antes de continuar con mi discurso, hice una pausa
esperando una reacción de algún presente. Todos seguían sentados alrededor de
la mesa esperando las siguientes palabras del viejo que la presidía, como si
nada hubiera sucedido.
Unas cuantas palabras más adelante, liberé a traición una imponente
ventosidad que llevaba reservando toda la mañana y que sonó como la tuba de un
músico tan primerizo como impetuoso.
Hay que ser consecuente con uno mismo, con ochenta ya no se tienen
aptitudes para ciertos cargos y responsabilidades. Como todos sabían, era el
día que anunciaba mi despedida y elegía a mi sucesor.
Continuaba observando atentamente. Todos eran tan competentes, tan leales,
tan ambiciosos, tan correctos, tan aburridos que mi decisión sólo se basaba en un
criterio, elegir a quién mostrara su lado más terrenal y se riera de este viejo
desvergonzado.
10 nov 2013
Zzzzz
Se despertó cuando la luz invadía plenamente la habitación. Se desperezó
y abrió las cortinas para comprobar si el hombre del tiempo había acertado en
su predicción de día soleado.
Se quedó paralizado, aterrado, al observar lo que tenía ante sus ojos. Podría
ser un mal sueño, pero no era así. Desde su vigésima planta se veían edificios medio
derruidos en llamas, columnas de humo por todas partes y multitud de gente
corriendo por las calles entre escombros y explosiones.
Asustado, salió del dormitorio. La pared frontal de su salón no existía,
entraba un aire frío compuesto de polvo y ceniza. Desde ese lado del apartamento
podía verse la misma escena apocalíptica con sonido de sirenas y gritos.
Confuso, volvió a la habitación y se sentó en la cama buscando un momento
de calma. Sólo sentía alivio y cierta satisfacción al pensar en la agonía y el pánico
que se había evitado durante esos momentos de destrucción, por fin había
llegado el día que podía apreciar las ventajas de tener el sueño tan profundo.
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