4 oct 2012

Vivir del cuento



Hace mucho, mucho tiempo, el enano Pitoff se quedó sin trabajo. Todo empezó cuando se fugó de su cuento en un despiste del narrador. Ya lo había intentado anteriormente, pero sin éxito. Esa vez aprovechó un fallo en el desenlace (a párrafo y medio del fin) y consiguió escaparse.
En su aventura, se dedicó a despertar el caos en otros cuentos. Entre otras, sedujo a la princesa descalza, despertando las iras y celos del príncipe dorado. Emborrachó por duplicado al dragón de dos cabezas, que perdió la ferocidad frente a la espada del osado caballero. Abrió las puertas de las mazmorras, liberando al brujo oscuro y sus tiránicas maldiciones.
Pasó mucho tiempo hasta que los cuentos consiguieron recuperar el orden de su trama original.
Pitoff, aburrido de sus travesuras echaba de menos su cuento. Pero cuando intentó volver era demasiado tarde, un perro le había sustituido. Un perro que hablaba y hacía piruetas, se había ganado la aprobación de todos los personajes.
El antes enano intrépido Pitoff, estaba desempleado pero no desesperanzado. Día a día, fue dando forma a un nuevo cuento sin sospechar el futuro éxito de su creación. Le llevó tiempo pero al final encontró a la bella joven que necesitaba y al resto de los personajes. Ahora vive ahí, feliz en su propio cuento y de vez en cuando sonríe con nostalgia cuando recuerda el esfuerzo que le supuso encontrar a los otros seis enanos.

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