12 abr 2013

LOVER3000



Mi marido, literalmente, no era humano. Era un androide modelo LOVER3000 de la compañía TECEVOL.
A mis cuarenta y tantos, con un largo historial de relaciones tan poco comprometidas como efímeras, decidí vivir una nueva experiencia y probar  la vida matrimonial sin que me supusiera grandes riesgos.
El matrimonio con LOVER3000 era como contratar un servicio cualquiera, pagas un alta y después cada mensualidad. No está al alcance de cualquier bolsillo pero es un capricho caro que tiene resultados gratificantes desde el primer día. Trevor, así llamaba a mi LOVER, era un conjunto de lo que cualquier mujer puede desear: detallista, conversador, consejero, elegante, atento, bromista, buen amante, cariñoso, todo eso sin perder su lado varonil, y además con un físico imponente... en todos los sentidos.
Me sorprendía a mí misma por lo que sentía, ¿estaba enamorada? no sabría contestar pero nunca me imaginé que sería feliz conviviendo con un hombre las veinticuatro horas del día. Él no trabajaba por supuesto, era un amo de casa perfecto. Mi casa nunca había estado tan limpia y decorada con tan buen gusto, y todos los días, a la vuelta del trabajo, me esperaba con un masaje y extras que me hacían ver a dios, para concluir con una cena digna de los mejores chefs.
Todo era ideal, hasta que TECEVOL decidió, sin razones concretas, duplicar la cuota mensual de forma inesperada y tuve que dejar de pagarles. A los dos meses de impagos, mi marido entró en modo divorcio. Todo eran discusiones, reproches, falta de respeto, silencios y distancia. Yo quería recuperar a mi Trevor, pero era imposible hacerle cambiar su idea de divorcio. Se quería quedar con mi casa, mis cuentas, mi coche. Me sentía estafada, engañada, decepcionada, indignada, furiosa, quería que desapareciera de mi vida, pero los LOVER3000 están bien diseñados para este tipo de crisis y era imposible deshacerme de él.
La única solución viable era una destrucción lenta y silenciosa. Traje a mi madre a vivir con nosotros. Tras tres meses de sobredosis de suegra en modo hostil veinticuatro horas al día, los sistemas de Trevor comenzaron a  fallar, al principio de forma sutil, y después notablemente hasta un estado de bloqueo total, dejándole postrado en un sillón como un elemento decorativo más de la casa.
El juez me dio la razón al demostrar que el producto contratado era defectuoso. Los de TECEVOL se vieron obligados a cancelar mi deuda y aprendieron que no es recomendable hacer negocios con el corazón de una mujer cabreada.