28 nov 2013

Instante cíclico



El hombre que saltó desde la azotea en el edificio más alto de la ciudad, animado por la convicción de que un halcón habitaba en su alma, comenzó a dudar de su revelación a  la altura de  la planta treinta y dos. En la planta veinticinco, con la intención de desdramatizar la complicada situación, su cerebro había decidido evadirse del problema centrando toda su atención en procesar la imagen fugaz que mostraba la ventana que, en ese instante de tiempo, pasaba velozmente ante sus ojos.
Era la ventana de una pequeña habitación dónde un perro estaba sentado sobre una alfombra mirando atentamente un televisor. Quizás el dueño estaba cerca pero no salió en la foto. El perro posiblemente miraba la pantalla con el mismo interés que mostraría al ver pasar una estrella fugaz, pero en esa imagen sus ojos parecían tan embobados como los de cualquier  humano en una escena similar.
En el televisor se emitía un programa infantil, un concurso de niños. El presentador, disimulando cierta impaciencia, esperaba la respuesta de un niño en el plató. El niño no estaba cómodo rodeado de focos y, para suavizar su ansiedad cada vez más patente, buscaba con la mirada a su madre entre el público. 
La madre, desoyendo una de las normas fundamentales del programa y presa de un afán de protagonismo, estaba manteniendo una conversación por el móvil. Pretendía ocultar su delito utilizando el cabello y las manos pero eso la delataba más. Conversaba con su hermana para comentarle la emoción que sentía al estar con su hijo en un programa televisivo en directo.
La hermana caminaba por la calle hacia su casa, tan pendiente de la conversación como de la batería baja de su móvil. Comentaba a su hermana que se lamentaba de no tener un televisor cerca para poder verles. Un par de gotas cayeron en su frente. Miró hacia el cielo, unas nubes oscuras se movían sobre ella. Antes de bajar la mirada, percibió movimiento y después de enfocar la vista, observó asombrada cómo algo caía velozmente por la fachada de un enorme edificio. Algo que parecía ser una persona agitando los brazos como si fueran alas, de forma tan cómica como desesperada.

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